El adiós de tus labios
No son tus ojos, ni tus manos, tampoco tus lágrimas, ¡Dios!, es el adiós de tus labios lo que me entumece el alma.
No son tus ojos, ni tus manos, tampoco tus lágrimas, ¡Dios!, es el adiós de tus labios lo que me entumece el alma.